Parecía como un sueño mojado: muslos gruesos envueltos en medias, tacones altos, manos con guantes listas para tomar el control. Esa cola de plug se balanceó detrás de ella, y sabía exactamente lo que vino: mi semen. Sin palabras. Hambre pura. Ella acarició mi polla con apretado agarre de látex, luego me tragó profundo: ojos encerrados, babeando, desesperado. La follé en el sofá, la vi rebotar en mi polla en el piso, sus curvas ondulaban mientras me montaba más fuerte y más profundo. Cuando estaba cerca, se detuvo y llevó sus guantes listos. Vine duro, cubriéndolos de blanco. Ella lo lamió todo sin romper el contacto visual. Esto no fue sexo. Era el ritual de un demonio. Y le di todo.
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